En la distancia veo una silueta. No. No es una silueta. Es una sombra. No, es bruma, que se va haciendo más y más espesa. Aunque desconfío de eso, doy los siguientes pasos. Y mientras me voy acercando, la bruma se va haciendo más sólida, uniforme, real. De repente tengo esa silueta delante mío. Ella está quieta, la silueta, sobre la vereda de enfrente. Ella está cubierta solo por un saco lleno de polvo. Del polvo casi es gris, pero puedo ver que es negro. En realidad es completamente negro. Solo un saco negro la cubre. Se lleva el cigarrillo a la boca, y mientras lo sostiene con su mano izquierda, suelta el humo, y me mira de frente. Es un hombre. Pero no parece un hombre. No parece... real. El no me sonríe. Su cara es seria, no hay expresión en su cara. Sin pestañear se da vuelta y continúa su camino, adentrándose en la tormenta. Cuando ya no puedo distinguirlo, veo una luz roja, que no es una luz. Pero es roja. Roja. Completamente.
Eso fue todo lo que vi.
(...)
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