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El auge de las series ha servido, entre muchas otras cosas, para dar lugar a actores que habían sido olvidados por el público consumidor de cine. Tal vez “olvidados” no sea la palabra, pero lo cierto es que si aún trabajaban era por roles que les quedaban muy pequeños. Dos claros ejemplos son el de Jessica Chastain, el personaje favorito de American horror story, y Jane Fonda, la estrella de Grace and Frankie. Estas, al igual que la mayoría de las actrices (y actores, en menor medida), entran en una gran crisis laboral cuando llegan a cierta edad. Pero, gracias a Dios, la pantalla chica está pisando muy fuerte en la actualidad, y a los actores consagrados hace generaciones les sienta demasiado bien.
Esto es lo que ocurre con El método Kominsky. Dos grandes actores de Hollywood son los protagonistas: Michael Douglas, galán consagrado por películas como Bajos instintos o Atracción fatal, y Alan Arkin, más conocido por sus increíbles papeles secundarios en Little Miss sunshine o Argo, entre otros. Sandy Kominsky (Douglas) es un actor que gozó de cierto prestigio alguna vez, pero que siempre se destacó más que nada por ser director de grandes estrellas. Hoy lleva adelante una escuela de teatro, en donde intenta demostrarles a sus alumnos y a sí mismo, el talento que tiene. Su antiguo mánager, Norman (Arkin) está atravesando el duelo por la reciente muerte de su mujer y tiene que lidiar con una hija drogadicta e irresponsable. Los dos amigos enfrentan día a día las dificultades de la vejez y la desafían constantemente, porque se niegan a ser dos viejos resignados de la vida.
Cada uno, excelente en su rol, lleva adelante esta historia sobre la amistad y el poder encontrarle placer a la vida. Con un desopilante humor negro, se burlan hasta del detalle más sensible, pero no dejan de tratar a la vejez con respeto, no como las típicas películas de ancianos rebeldes en busca de diversión. Debo confesar que nunca fui fan de Michael Douglas y siempre fui admiradora de Alan Arkin, pero el primero se encuentra increíble en esta nueva faceta cómica, y está a la altura de su compañero, que como siempre, es increíble, al igual que el resto del reparto.
Son dos temporadas de ocho capítulos cada una. Es ideal para los que no les gustan las series muy largas, ya que son muy cortos y, además, hay muy pocos momentos de tensión o de drama. Espero con ansias que sea renovada para muchas temporadas más.
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